octubre

La socialización del cachorro
«Cada vez que trato casos de perros con problemas graves de agresividad o miedo, estoy seguro que la mayoría de ellos podrían haberse evitado si la familia humana desde cachorro le hubiese enseñado a querer y respetar a los seres vivos (personas, perros y otros animales); a dejarse tocar y revisar por amigos y extraños (cargar en brazos, abrazar, cortar las uñas, limpiar los oídos, revisar los dientes); a no ser posesivo con los objetos (juguetes, comida) y que aprenda a devolver las cosas que se roba y sale corriendo.»
El proceso de socialización del cachorro comienza durante las primeras semanas de vida, donde comparte con sus hermanitos y su familia humana. Aprende a jugar y a mostrar la sumisión adecuada con su mamá. Posteriormente, a medida que crece, comienza a interactuar con otros miembros diferentes a su familia canina, familiarizándose con los miembros de la casa y visitantes.
A esta edad, es conveniente exponerlo gradualmente a diferentes ruidos, internos y externos, producidos por aspiradoras, secadores de pelo, corta gramas, carros, sirenas de ambulancias, motos, entre otros.
El cachorro, al igual que el niño, necesita familiarizarse con su entorno y es tu obligación ayudarlo a entender que el mundo está lleno de nuevas experiencias. Si lo cumples al crecer tendrás un perro ¡sano, feliz y bien equilibrado.
Excusas para no socializar al cachorro
Muchas personas inventan excusas para no hacerlo, entre las más frecuentes tenemos: “El está bien conmigo o con mi familia, no necesita conocer extraños.» Ciertamente, pero además de compartir con su familia humana, deberá interactuar con amigos, vecinos, visitantes y por supuesto, con extraños que eventualmente conocerá y deberá dejarse revisar por el veterinario o el estilista canino por ejemplo.
Otra excusa frecuente es cuando dicen: “Es solo un cachorro, lo que hace es gracioso, solo está jugando, y cuando crezca esas cosas pasarán”. Por supuesto, que el cachorro está jugando; jugando a ladrar, jugando a gruñir, jugando a morder, jugando a proteger un hueso o un juguete, en fin jugando rudo.
Si esas cosas le parecen graciosas, el cachorro continuará repitiendo juegos de agresión. Lamentablemente, cuando crezca y se transforme en adulto, los juegos serán reales y estaremos en presencia de un perro agresivo.
Por: Carlos Betancourt, CPDT-KA, CAC, CTDI, CDL.