Por: Claudia González Gamboa / @claudiacgg @esterilizame
Todos los días escuchamos a los padres decir que desean que sus hijos sean mejores que ellos, que tengan mejor educación formal, que sean más sanos, más felices y mejores personas; pero muchos de esos mismos padres “olvidan” que una de las lecciones más importantes que habrán de impartir en sus hijos es la de ser solidarios y leales y que estos valores no son abstractos ni teóricos sino que, por el contrario, se aprenden en la vida diaria, con el comportamiento de todos los días.
Esto viene a cuento porque con frecuencia los proteccionistas escuchamos cosas que van desde que nos quieren donar un perro, pasando porque el perro está viejo o enfermo, hasta que el hijo es alérgico y deben “salir” de la mascota. Cuando esas cosas pasan, aparte de llenarnos de tristeza, nos surge siempre la misma interrogante ¿cómo harán esos hijos con sus padres cuando estos hayan envejecido? ¿Los dejarán abandonados a su suerte en medio de la calle? ¿Se los donarán a un hospital? ¿Los abandonarán en un geriátrico y nunca más volverán a atender sus necesidades? ¿Los olvidarán? ¿Qué harán esos hijos cuando a su vez tengan los suyos, cómo los criarán?
Siempre insistimos en que tener una mascota es opcional y voluntario. Nadie nos obliga a llevar un gato o un perro a nuestro hogar, pero si lo hacemos es para toda la vida. Llevar un animal a casa se parece mucho a esa promesa que se hacen los enamorados: “en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe”. Si tenemos un perro, un gato (o cualquier animal) y este enferma, ¿qué clase de personas somos, qué lección moral le estamos dando a nuestros hijos, si lo único que se nos ocurre es tirarlo a la basura, abandonarlo en la calle, llevarlo a un lugar lejano y soltarlo a su suerte?
Las lecciones más importantes en la vida suelen ser sencillas: ser solidario, actuar responsablemente; dar la cara por quienes dependen de nosotros; hacer bien las cosas, pedir ayuda si no podemos solos, sentir compromiso con la vida cuando vemos a alguien enfermo (persona o animal), ayudar. Esas son enseñanzas profundas que nos hacen mejores personas, que nos ayudan a tener mejores hijos, que llenan países de gente buena que pueden cambiar el mundo de uno hostil y difícil en uno mejor y más amable.
Nadie ha dicho que los compromisos sean sencillos de cumplir, pero debemos pensar muy bien que cada acción que tomamos en familia marca las emociones y la escala de valores de esa misma familia. Si frente a una dificultad, reaccionamos con irresponsabilidad, estamos creando, reproduciendo individuos irresponsables.
Enseñar responsabilidad
Si tenemos un animal y este enfermó: llevémoslo al médico, de la misma forma que necesitamos nosotros ir al médico si algo nos duele; si nuestra mascota envejeció, tratémosla con más cariño todavía porque seguro le empiezan a doler sus huesos, sus ojos tendrán cataratas y verá menos, necesitará que su comida sea más blanda, como nosotros, que también necesitamos más ayuda cuando envejecemos; si nos mudamos a un lugar más pequeño, de todas formas hagámosle su rinconcito, siempre será mejor vivir apretaditos que provocarle dolor a un animal por el abandono o la muerte si le dejamos en la calle. Actuar con bondad siempre nos llevará a tener una mejor vida y enseñará a nuestros hijos el valor de la acción y de vivir responsablemente.
Actuar con bondad siempre nos llevará a tener una mejor vida
Fuente: revistadominical.com.ve
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